clase tres

 actividad uno


Las esquinas parecen juntarse, multiplicarse hasta que las calles argentinas se vuelvan una misma cuna en la cual mecerse. Retumban los pies, las corridas: el trote era rápido. Seamos sinceros, se consideraban corridas. Corridas veloces, a un ritmo similar al de las teclas de las máquinas de escribir de un universitario, fuertes como el dolor de muñeca luego de escribir cien cartas con destinatarios inciertos.

Para varios trabajos en la Universidad de Buenos Aires se pidió hablar de la clandestinidad. En las discusiones, varios chicos levantaban la mano cuestionando la cifra que daban los profesores. Varios otros se apuraban a refutar. 

El alboroto, el ruido, las escuelas gritando.

Es que, ¿cómo plantearlo? Si vos sabés de que casa, de que vientre, de que madre venís. ¿Quién sos? Decime el nombre de tu padre, el trabajo de tu abuelo, tu clase social. 

Decí de dónde viene tu identidad, tu tierra y tu barrio. Decí qué sentís cuando se repite en esos actos escolares que no están ni muertos ni vivos, 

están desaparecidos.


actividad dos


Carta al amor

Que no sé cómo escribirle 

si en lo único que pienso cuando me tira el viento a la madrugada,

es que quiero morir en mi tierra cruda 

y nacer de vuelta. 


Todavía no sé cómo lo llamaban al Amor en su casa ni en su mesa familiar. 

Si decirle un apodo lo lleva a esas comidas 

que en vez de llenarte 

te revuelven el estómago, si sacarle el nombre 

y borrarlo 

lo niegan a la gente 

o sigue reventando.


Cartas que espero que lleguen, 

que se contesten 

y se guarden en un cajón. 


Es que me preocupa, Amor, 

que la gente no tenga la misma forma de amar que yo. 


La suya se distorsionó tanto que ya no entiende 

de desenfrenos 

si no son para ellos. 

Y yo ya no entiendo, si su manera de querer es esa. 

Si es querer capaz lo aguanto, 

mi manera de querer 

                                              es aguantar. 


Amor te escribo, entre otras cosas, 

para que me digas 

con certezas puras y clásicas, 

si eso es querer. 


Si es tranquilidad, 

si es querer volver a la tierra cruda, con gusto agrio, 

que te sacó hasta a tus amigos (y me dejó vivir a mí), 

entonces te creo. 


Si me decís, Amor, 

que querer es crecer de a muchas manos, 

entonces daría todo, 

borraría con fuego todo lo malo que piense 

para esa noche 

acostada 


                                  al lado de las estrellas.

 ¿Y si no existís y sólo sos una ciudad enteramente vacía con ganas de llenarse? 

¿Y si sos esa conformación eterna de una multitud sin guía?





Carta al adiós


no sé si puedo decirle chau a esa forma de amar.


una vez mi psicóloga me dijo que no existe un solo duelo.

que hay varios placares en donde esconder algunos muertos.

capaz no puedo decirte chau una sola vez 

porque te veo

en la cocina y en la cama,

en los besos que le doy a los demás,

en mis ojos cuando veo a otro.


no sé si me puedo despedir de las veces que me hiciste llorar,

si puedo abandonar el sentimiento de ahogarme

cada 

vez

que pensaba que me hacías mal.

porque amarte es un poco eso;

la punta más alta de la montaña,

el borde de una escalera empinada.

amarte es un poco sufrir pensando que

                                                                   el otro se va.


y yo no sé si le puedo decir chau

a esa forma que aprendí

que es amar.




Carta al perdón

 

te pido perdón

porque dudé esa última vez

en si ir a verte o quedarme en casa.


perdón si pensé que vos ya no eras vos. 

en que te ibas, y me dejabas.


perdón porque no supe entender la muerte,

porque te toqué la mano, 

la apreté 

abajo de la almohada,

y te prometí

que nos íbamos a ver

una vez más.



Comentarios

  1. Amor, adiós, perdón. ¿Cuántas veces este orden cambia durante la vida?
    ¡Excelente Cami!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

poema libre

clase dos actividad dos

carta a cami