Mil perdones
Tengo mil perdones
atravesados en los labios, me queman la boca pero no los dejo salir. Me llenan
de muecas y me pintan los huesos. No sé en qué parte de la oscuridad me parece
que un color casi nocturno, pero bastante evidente, se asoma en mi piel y me
lleva al remordimiento y a la incapacidad de no poder decir que me arrepiento.
Pinté cosas en el
cielo, las llamé estrellas y le grité que desaparezcan cuando venga el sol. Que
no las podía ver, que lo naranja no era nuestro y que las disculpas sólo
aparecían cuando la luz bajaba y el celeste era azul. Pinté estrellas en el
cielo y les puse el nombre de todos mis errores, para que solo vengan cuando la
noche permanezca en silencio y me llene de dudas la oscuridad de mis pensamientos.
Tengo mil disculpas
que se me clavan en el pecho y otras que no logran salir del estómago; es que
la barriga me guarda sueños y temores, se envuelven de una negrura casi
pintoresca y me avisan que no puedo. Ya no puedo seguir viviendo de la noche y
tampoco puedo seguir respirando azul y estrellas solo cuando lo necesito.
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