la poesía
y que pase y que no espere,
y que no pida permiso ni me pregunte,
que entre porque es innegable que existe.
que se le retuerza la mano cuando escribe,
que se le salga el corazón entre los dedos.
que la nieguen y se aviven:
¡chicas, la poesía está en la calle!
no me haga esperar.
que viaje entre corazones muertos que antes
se desvivían de amor.
que me hable del odio al oído,
que sea un reproche constante,
un suplicio inmaculado de almas rotas
que no llegaron
a ver las olas.
y que pase y que no espere,
que no pregunte si puede entrar.
que solo sea el remedio para lo irremediable,
ese suspiro ahogado
antes de que el todo
sea lo que queda,
en los soles y en las estrellas,
en la casa de la vieja,
en la patria que siempre desespera.
y que entre, y que pase,
y que se me clave en los huesos
y no me hable de lógicas.
y que entre, y que pase
le dije
y pasó.
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